Inicio: Palacio KursaalFinal: Peine del Viento
Este paseo imprescindible en cualquier visita a San Sebastián empieza en el espacio situado entre la desembocadura del río Urumea y la playa de La Zurriola. Allí se levantan los dos cubos de cristal traslúcido diseñados por Rafael Moneo para el centro Kursaal, auditorio y palacio de congresos sobre el que gira buena parte de la actividad cultural donostiarra. Fue declarado como mejor edificio europeo en 2001 por el prestigioso Premio Europeo de Arquitectura Mies Van der Rohe.
Cruzando el río, entre las peculiares farolas del puente de La Zurriola, nos encontraremos con la anterior sede de los grandes eventos, el teatro Victoria Eugenia que forma un entorno señorial junto con el hotel María Cristina. Por la calle Bengoetxea, entraremos en la plaza de Gipuzkoa, un agradable lugar rodeado de soportales en cuyos jardines puede encontrarse desde un estanque con cisnes hasta un reloj floral, pasando por un monumento al músico José María Usandizaga. Un lado de la plaza está ocupado desde 1885 por la Diputación Foral de Gipuzkoa.
La calle Churruca, una de las muchas vías peatonales, nos llevará a la Avenida de la Libertad, centro bancario y de negocios, con elegantes construcciones. La avenida desemboca en el paseo de La Concha, emblemático lugar de paseo sobre la playa del mismo nombre. Sin perder de vista la bahía, el paseo llega al palacio de Miramar, que mandó construir la reina regente María Cristina en estilo inglés. El montículo en el que se ubica el palacio real y sus jardines separa dos playas contiguas, la playa de La Concha y la de Ondarreta. Desde este lugar, la vista de la hermosa bahía en forma de concha, con la isla de Santa Clara en el centro, es espléndida.
Pasando bajo el túnel peatonal del Pico de Loro, pasaremos a los jardines de la playa de Ondarreta. Al fondo, el paseo del Tenis concluye en el Peine del Viento de Eduardo Chillida. La urbanización en granito del arquitecto Peña Ganchegui es la antesala a las tres piezas de acero que se agarran a las rocas y desafían al mar. Un espacio mágico que impresiona aún más los días de fuerte oleaje.