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Allí donde el Cantábrico y Euskadi se unen en un abrazo de brisa salada, te espera la vista más bella del mundo. Tras un tranquilo paseo por la playa de la Concha, el funicular te llevará a la cima del Monte Igueldo, desde donde verás la puesta de sol en el entorno más inolvidable que puedas imaginarte, un espectáculo natural único que te acompañará en el recuerdo... y te hará volver.
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