Los apacibles paisajes de la Llanada Alavesa tocan a su fin. Tras más de medio centenar de kilómetros entre suaves perfiles, el Portillo de San Miguel es un telón montañoso que señaliza el cambio de tercio. Una vez el peregrino se despide de Vitoria-Gasteiz, el sendero se sumerge de nuevo entre campos de cereal, mientras corre paralelo a la N-I y atraviesa pueblos sobrios y acogedores como los de las jornadas anteriores. Queda muy poco para abandonar las tierras vascas pero, antes, se atraviesa el Condado de Treviño, un enclave burgalés en el corazón de Álava.