Inicio: BoulevardFinal: Paseo Nuevo
Empezamos nuestro recorrido en el Boulevard, alameda que une la Parte Vieja y el Ensanche sobre las primitivas murallas. Tomando la calle San Juan, dejaremos a mano derecha el centro comercial La Brecha y saludaremos por la izquierda a don Raimundo Sarriegui. En la plaza que lleva su nombre, un monumento recuerda al compositor de las partituras de la tamborrada.
Doblando por Fermín Calbetón, con una altísima concentración de bares y restaurantes, y por la calle Narrika, accederemos a la animada plaza de la Constitución, rodeada de soportales y presidida por el primitivo Ayuntamiento.
Ubicada en el corazón de la Parte Vieja, en esta plaza tienen lugar la mayoría de los acontecimientos festivos de la ciudad. Sus coloridas fachadas, con números pintados en cada balcón, nos recuerdan que antiguamente fue utilizada como plaza de toros.
De regreso a la calle Narrika llegaremos a la iglesia de San Vicente, la más antigua de la ciudad, levantada durante el siglo XVI en estilo gótico. Detrás, se accede al Museo de San Telmo, situado en un edificio con claustro que fue inicialmente un convento. Los grandes lienzos de José María Sert y las estelas funerarias son dos de sus atractivos. Desde el Museo San Telmo, ascenderemos a través de unas escaleras al monte Urgull, presidido por el monumento al Sagrado Corazón. En lo alto también se encuentra el Castillo de la Mota, fortaleza construida en el siglo XII, y el Cementerio de los Ingleses, con un monumento en memoria de los soldados británicos fallecidos en la guerra de la Independencia y las guerras carlistas.
Regresando hacia San Vicente, tomaremos la calle 31 de agosto, que fue la única que se mantuvo en pie durante el incendio que devastó Donostia / San Sebastián aquel día de 1813. La calle desemboca en la basílica de Santa María, espléndido templo con elementos góticos y barrocos. Su altar mayor lo presiden la Virgen del Coro y San Sebastián, patronos de la ciudad.
Por la calle Puerto accederemos al Muelle o Puerto donostiarra, con sus barcos pesqueros y sus pintorescas viviendas. Una vez allí, merece la pena visitar el Museo Naval y el Aquarium, con su espectacular oceanario. Podemos concluir el recorrido asomándonos al Paseo Nuevo, donde observaremos el oleaje desde la escultura de Jorge Oteiza "Construcción vacía".