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Nacido en Italia, el movimiento Slow se encuentra extendido por todo el mundo, reivindicando que la calidad de vida va de la mano de un uso responsable de los recursos. La gastronomía y el turismo son dos de las actividades hacia las que dirige su atención. Los municipios vizcaínos de Mungia y Lekeitio han obtenido la distinción de “Slow Cities”, que valora la conservación de tradiciones locales y la utilización cotidiana de productos cercanos que no generan impacto en su transporte. En el caso de la localidad costera se ha destacado la vinculación al mar de este puerto pesquero, protegido por los montes Otoio y Lumentza y que se asoma al Cantábrico en la desembocadura del río Lea. A Lekeitio se le ha reconocido por promover recetarios tradicionales y editar recopilatorios de canciones populares, además de tener planes de eficiencia energética. El cuidado de la tradición se demuestra en que la localidad conserva la prensa de txakoli más antigua de Euskadi y en sus fiestas, que mantienen bailes tradicionales como la Kaxarranka. Por su parte Mungia ha merecido el reconocimiento como Slow City porque la tradición y la modernidad se han combinado para reconvertir un caserío del siglo XVI en un parque de atracciones sobre cultura vasca. Landetxo Goikoa es el caserío más antiguo de Bizkaia y en él podemos aprender sobre creencias y supersticiones en el primer parque temático sobre mitología de Euskadi. Mungia también ha impulsado ingredientes autóctonos que fomentan la biodiversidad agrícola, potenciando el contacto entre consumidores y productores. Muchos antiguos caseríos del siglo XVIII – como los asadores Aritxi y Aurrekoetxe - son ahora restaurantes que ofrecen platos autóctonos