En Euskadi las montañas se resisten a morir en el mar y se asoman a la costa en forma de acantilados. Las olas del mar Cantábrico los envisten una y otra vez, sin apenas tregua, preguntándose el porqué de la tenaz resistencia. Y es que los acantilados son los guardianes de un sinfín de pueblos con pintorescos puertos pesqueros, llenos de historia y sabor que te harán vibrar a lo largo de más de 250 km de costa.