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Nada más llegar a esta localidad guipuzcoana que se sitúa bajo la protección de Izarraitz,quedaremos impresionados con los bellos edificios que se alzan en sus calles.
En la plaza destacan el edificio del ayuntamiento, con un llamativo escudo en su fachada, y la parroquia de Santa María la Real. Con tres naves y un capitel dórico, la iglesia alberga retablos de gran belleza y una auténtica joya, un órgano romántico Cavaillé-Coll de 1898, el último construido por Aristide Cavaillé-Coll.
También merecen una visita las casas-torre de la villa, como la de Baldakua, Floreaga, Idiakez o Etxe Beltza (torre medieval con aspecto negruzco consecuencia de un incendio sufrido en la Segunda Guerra Carlista) e Insausti, una de las más antiguas de Gipuzkoa. Esta última fue sede de los "Caballeritos de Azkoitia", nobles ilustrados que en el siglo XVIII constituyeron un grupo cultural con el fin de promover la cultura vasca y la investigación científica en Euskadi.
Azkoitia, cuna de la pelota
Por otro lado, este municipio ha destacado siempre por la arraigada tradición que ha tenido en torno a la pelota, de ahí que haya adquirido el nombre de "la cuna de la pelota". Prueba de esa devoción son los frontones homenaje a Jorge Oteiza, donde cada uno de los siete territorios del País Vasco es representado por el tipo de frontón que corresponde a la modalidad de pelota más frecuente en el mismo.
Todo aquel que decida visitar Azkoitia en agosto podrá disfrutar de las fiestas de la Asunción de María. La diversión comienza con el chupinazo, y la música y el buen ambiente se prolongan durante cinco días. Además, el 30 de noviembre tiene lugar la festividad de San Andrés, día en el que se celebra una estupenda feria ganadera y gastronómica que atrae a muchos visitantes.