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Altzoko Handia, fue el hombre que hizo conocido este pequeño pueblo guipuzcoano. Muchos piensan que se trata de una leyenda, pero lo cierto es que fue un hombre de carne y hueso que destacó por su gran altura, llegando a ser conocido internacionalmente.
Toda esta fama le fue recompensada y construyeron una escultura de piedra a la puerta del caserío Ipintza. Por lo tanto, no podemos irnos de Altzo sin visitar esta figura y conocer de cerca esta bonita historia.
Atractivo entorno rural
El pueblo está dividido en dos pequeños núcleos: Altzo Arriba (Altzo Muño), situado en la zona elevada del municipio, y Altzo Abajo (Altzo Azpi), al pie del monte Otsabio (801 m). En el primero de ellos, destacan varios edificios, como la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, con portada gótica isabelina, y el ayuntamiento, con entramados de madera y ladrillos rojos.
En Altzo Azpi, sobresale la iglesia de San Salvador, de una única nave con bóvedas de crucería, construida sobre una primitiva iglesia romana. La naturaleza es otro de los atractivos de Altzo, pues se trata de un municipio en el que predomina el ambiente rural, con un paisaje adornado de múltiples caseríos, bosques y prados. Podemos realizar diversos itinerarios para conocer todo este entorno y respirar aire puro.