Según la leyenda, Olentzero fue abandonado en un bosque cuando solo
era un niño, pero Amalur (la madre tierra) lo encontró y se lo llevó a
unos conocidos que vivían cerca, una pareja de campesinos que lo cuidaron como si fuese su familia.
Cuando creció empezó a trabajar como carbonero y en sus ratos libres le encantaba bajar al pueblo a saludar a la gente y, sobre todo, visitar orfanatos. Siempre bajaba cargado de regalos para los y las huérfanas, se sentía muy identificado.
Un día uno de los orfanatos del pueblo ardió y Olentzero rescató a
toda la gente que estaba dentro, pero en cuanto sacó a la última persona se desplomó delante de la puerta. Amalur lo vio, y decidió reanimarlo y convertirlo en inmortal por lo que había hecho. Desde entonces, Olentzero se encarga del bienestar y de la felicidad de los y las más txikis y de llevarles los regalos a casa en Navidad.
Pero no lo hace el solo, un día conoció a Mari Domingi, una pastora que vivía muy cerca de su caserío, un ser mitológico conocedor de la tierra y todos sus secretos: el recorrido del sol, las fases lunares y el uso de las plantas medicinales. Reparte los regalos de casa en casa por junto a Olentzero.
Son dos de los personajes más conocidos y queridos en nuestro entorno, protagonistas de estas fiestas tan mágicas, tienen hasta sus propios villancicos.
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