Los vascos han dejado una huella en la historia mediante figuras inmortales como Juan Sebastián Elcano, el primer navegante que dio la vuelta al mundo; Urdaneta y Legazpi, pioneros en abrir la ruta del Pacífico entre México y Filipinas; Juan de Garay, fundador de la ciudad de Buenos Aires; Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús o Francisco de Vitoria, precursor del Derecho Internacional.
A semejanza de estas grandes figuras, otros vascos, muchos de ellos humildes pescadores, dejaron sus vestigios de tejas o toponimia en Terranova o Canadá o descubrieron lejanos caladeros de pesca en Groelandia, Islandia o Spitzberg, posiblemente con anterioridad al descubrimiento oficial del continente americano.
Como homenaje a estos grandes pescadores, en Albaola, La Factoría Marítima Vasca ubicada en Pasaia, se puede conocer la construcción de la réplica del Galeón San Juan, un icónico ballenero del siglo XVI. Permite comprender in situ la historia del ballenero San Juan, un ejemplo de los primeros buques de carga transoceánicos que zarpaban de Euskadi hacia Terranova y los trabajos artesanales que se efectuarán durante los próximos años.
Sea como fuere, los vascos han dominado las técnicas de navegación y abrieron importantes rutas comerciales con Londres, Bristol, Brujas, Amberes, Nantes, La Rochele, Hamburgo o Lübeck, en una prueba clara de su espíritu emprendedor capaz de absorber los influjos del exterior.
Este espíritu abierto ha permitido a los vascos la creación de industrias y negocios bancarios de reconocido prestigio que, unidos a una estratégica situación geográfica y una moderna red de infraestructuras viarias, ferroviarias, marítimas y aéreas, han posibilitado un desarrollo socio-económico permanente y proyectan a Euskadi como un país de futuro.
A lo largo de los siglos, han sido muchos los vascos que han emigrado a distintos lugares del mundo por diversas razones, emprendiendo una nueva vida lejos de sus hogares. A pesar de ello, muchos han conservado y reconstruido su identidad vasca, incluso sus descendientes, manteniendo vínculos con su lugar de origen.
Estas colectividades vascas han logrado estrechar lazos entre Euskadi y sus países de acogida inaugurando centros vascos, más conocidos como euskal etxeak, a lo largo y ancho del planeta. Hoy por hoy, existen 200 centros de este tipo, a través los cuales los vascos de la diáspora proyectan el conocimiento de la realidad vasca mediante la promoción de su cultura y economía, favoreciendo así las relaciones con los distintos pueblos de acogida, además de proclamar a los cuatro vientos el orgullo de ser vasco.
El euskera es una lengua de origen no conocido, ya que no se le conoce parentesco con las familias de lenguas de Europa, ni con la indoeuropea ni con la urálica. Si bien se desconoce la fecha exacta de su origen, la mayoría de los especialistas coinciden en que posiblemente sea la lengua más antigua del continente europeo. Ha adoptado influencias de otras lenguas, como el celta, latín, romance, gascón, castellano, etc., a las que así mismo ha realizado aportaciones muy interesantes. La historia de la lengua vasca, hasta pleno siglo XX, es la historia de una lengua que va perdiendo progresivamente parte de su territorio de sur a norte, por diferentes factores históricos (políticos y económicos, sobre todo). En la actualidad se conserva en los territorios de Gipuzkoa, Bizkaia, Álava y Navarra, además de los territorios del País Vasco en el Estado francés, como son Lapurdi, Baja Navarra y Zuberoa.
La primera obra literaria escrita data del año 1545, si bien las primeras palabras escritas en euskara aparecen por primera vez en las Glosas Emilianenses del siglo X, escritas en romance castellano. Ello se debe a que la literatura y la tradición popular se han transmitido, sobre todo, de forma oral.
La recuperación del euskera se inicia en el siglo XX, en una primera fase con la creación de la primera ikastola (1914), la fundación de la Real Academia de la Lengua Vasca, Euskaltzaindia (1918), y el posterior movimiento de las ikastolas. También en esta época (1968), es cuando se crean las bases del euskera unificado.
El resurgimiento iniciado en los años 60 se consolida en las décadas de los 80 y 90, cuando el euskera, junto con el castellano, se convierte en una de las dos lenguas oficiales de la Comunidad Autónoma Vasca, y las instituciones públicas vascas comienzan a adoptar políticas de normalización y de fomento de esta lengua, de tal forma que en estos últimos veinte años el euskera ha experimentado una progresiva incorporación de nuevos hablantes, así como una extensión de su implantación a diferentes ámbitos sociales y culturales: educativo, universitario, administrativo, medios de comunicación, etc., configurando una oferta cada vez más amplia.